La quinta esquina consagra al escritor judío Izrail Metter
(jarkov 1909- San .Petersburgo 1996) como un gran novelista.-
Metter nos describe la vida en la Unión Soviética en
aquellos años de 1920 y posteriores, cuando la revolución triunfaba y las normas a veces absurdas se instauraban en
el país, reglas y mas reglas.
La vida en aquellos años no era de color de rosa y menos
para una familia judía, la sociedad estaba dividida en cinco estamentos o
clases y los que pertenecían a la última lo tenían crudo, así a Boria, el hilo
conductor del relato no le es permitido asistir a la Universidad.
De forma un tanto
triste Boria va recordando su vida, si vemos una foto del autor nos podemos
imaginar como fue su vida, pues en cierto modo es una autobiografía.
Boria comenzó a trabajar pronto en un taller de electricidad, donde a veces tenían encargos estatales, la empresa privada nunca desapareció
del todo en Rusia, había pequeños empresarios, solo podían tener un máximo de 7 trabajadores, los patronos en
la época soviética no diferían mucho de la zarista aunque ahora hubiera otras
leyes.
Por aquellos años el
nombre de Stalin comenzaba a aparecer en los periódicos pero no sabíamos quien
era, no por incultura sino porque nunca había aparecido junto al de Lenin, si
conocíamos otros nombres pero no ese, en aquellos y en los siguientes, a todo
aquel que no estaba en la onda era pequeño burgués, si el pequeño burgués
dudaba de algo era acusado de trasmitir los chismes del tranvía, a partir de
los años 30 se comenzó a llamar pueblo a ciertas personas y a excluir a otras.
Entre los agentes que hacían pesquisas o sea entrar en una
casa y registrar había mucho antiguo campesino gente sin formación a quienes
les gustaba demostrar su poder, los arrestos eran por nimiedades, tener por
ejemplo el testamento de Lenin.
Boria no tenía amigos íntimos, sabía muy bien lo que
costaban los amigos íntimos,, aunque a veces asistía a comidas para festejar
las fiestas revolucionarias, también asistían las esposas prematuramente viejas e ignorantes y de paso se contaban
chistes vulgares, la mayoría de ellos llevaban una vida corrupta y
desvergonzada.
Katia Galavanova y Boria se conocieron a través de un
anuncio, ella buscaba un profesor de física , fue un flechazo, no recuerdo
cuantas veces le declaré mi amor pero durante 15 años no dejé de hacerlo, me declaraba en parques, jardines, metro,, daba igual que fuera invierno o
verano, aquello ocurrió también el día que se casó con un agente
plenipotenciario del GOPU y el día que se divorció de él. Me resulta complicado
hablar de Katia porque las peculiaridades de su carácter no dan una idea del
milagro que era para mí, eso no quiere decir que la mujer amada se reduzca a
las peculiaridades de su carácter hay otros mundos explorados que solo el enamorado puede ver, pero aún así
Katia y Boria se hablaban de usted, esa costumbre antigua.
katía comenzó una
larga carrera de matrimonios y relaciones, su ultimo amor se dedicaba a ese
trabajo tan misterioso que consiste en buscar enemigos de la revolución.
El autor va desgranando su vida dando saltos en el tiempo,
no es lo normal pero gusta, además últimamente parece que se ha puesto de moda
y siempre Katia en el fondo de su corazón, ella vivía en la quinta esquina de ahí
el titulo de la obra. Se había casado con un actor de poca monta y con
los celos acuesta trataba de verle a Katia todos les defectos que tenía, pero
estos desaparecían al menor contacto con ella, el marido de Katia sentía afecto
por Boria e iba incluso a buscarlo para tomar el té en familia.
Los años 30 fueron los años de la demencia y la gente que a
veces esta ciega, creía que cuando alguien desaparecía es porque había un motivo
para ello, el fanatismo tiene diversas caras, yo( y el comentario es mío) lo he
visto en amistades y conocidos, fanatismo político y religioso, cuando ambos van
juntos la persona se convierte en una
bomba de relojería, los que no aceptan sus teorías se convierten en enemigos,
dice el autor que los que creen a ciegas nunca piden explicaciones, pero terminan
por no soportarlas,, a veces es demasiado tarde y tienen que cargar con el peso
de lo que ellos mismos auparon, nos ciega la magia constante de la mayoría, lo
estamos viendo aquí, en esta querida España, los ciegos no quieren ver, pero la
mayoría conoce pocos casos en que la minoría tenía razón (palabras del autor).
Fiodor Inanovich el padre de katía fue detenido en aquel año
de 1930, su esposa y toda la familia no se separaban del teléfono, porque pensaban
que sería un mal entendido, la familia no quiso hacer gestiones al más alto
nombre porque confiaban en la justicia,, pero en la Rusia de los años 30 el fin
justificaba los medios, al final cuando se tala el bosque salen astillas por
todos los lados ( proverbio ruso) añade el autor que el fanatismo necesita
de zopenkos, gente que no se pregunta donde esta la razón porque no saben
distinguir.
Boria se había ido a vivir a casa de su amada Katia que
vivía con su madre y su esposo, actor y según relata hacia con Katía todos los
días y a cada instante lo que yo deseaba hacer
y aquello me expoliaba, por las noches a veces me tenía que poner la
almohada de plumas sobre mi cabeza,, es algo incongruente lo que cuenta el
autor pero es su vida y así la cuenta.
Me mudé de ciudad y mi vida cambió, comencé a dar clases en
la universidad comunista de Kunvuz en los Urales ( Siberia) y hacerme llamar
asistente de cátedra, mis clases entonces eran conferencias ( buen curriculúm
el de Metter de electricista en una pocilga a conferenciante en la Universidad)
y así comenzó a crecer mi vanidad, cuando llegaba a casa me sentía vacío y
desfallecido, pero dentro de aquel ambiente tenía una habitación en el quinto
piso de un inmueble y alrededor había gente a la que yo le era indispensable,
pero la ciudad era otra historia, no había nada en las tiendas, latas vacías en
los escaparates con las que hacían torres, en los periódicos se escribía que la
soja y la margarina era mejor que la mantequilla y la carne pero tampoco había ni
lo uno ni lo otro, los periódicos aconsejaban también que mucha ingesta de
comida no es saludable, en eso les doy la razón.
Cuenta Metter algo que yo también he observado en algunas
personas, cuando se llega a una edad adulta con cierta incultura y se aprenden unos
conceptos que deberían ser básicos, la mente se cierra a aprender cosas de mayor
transcendencia(1) durante años continua Metter yo también viví distinguiendo tan
solo dos colores el blanco y el negro, por cierto la habitación era compartida.
En aquellos años yo creía que los matrimonios se hacían en
la cama, hoy con los años os digo que con el tiempo esa pasión inicial es
reemplazada por algo incomparablemente mayor, la amistad, la complicidad y la
afinidad espiritual, pero ojala Dios me concediera retorcerme de nuevo en la llama de la pasión.
A la historia no se
le puede hacer la pregunta de ¿Qué hubiera ocurrido si..? La historia esta determinada por leyes,, pero si
sirviera de algo el pasado,, porque de la historia no se aprende y se vuelven a
cometer los mismos errores .
A Izrail le vino fama con la caída del muro, esta obra es de
1967,tiene otras en su haber como Genealogía (que no he leído) sobre la historia de su familia,
en
aquellos años la delación se convirtió en una norma; familias contra
familias, para algunos fue casi una profesión, Katia desapareció un buen día,
sin tumba si quiera para ir a llorarla.
(1) Conozco un par de casos , antiguas "amistades"que un buen día se fanatizaron porque la palabra dada por el gurú era ley de Dios
PD
Al
comenzar a leer una obra hay que leer por lo menos unos 30 paginas para ver si
se conecta con lo que dice el autor, yo en algún caso leí muchas mas pero al final
no pude seguir, con Metter pensé que dejaría la obra sin leer, pero poco a poco
fui conectando con la historia que contaba tanto es así que me ha gustado muchísimo, no en vano es su mejor obra.
El libro se puede descargar por PDF gratis.-