Kader Abdolah
escritor iraní residente en Holanda publica su segunda obra, La casa de la mezquita, después del éxito
del Reflejo de las palabras, ambas de
gran acogida en el país.
La casa de la mezquita es una historia a medio camino entre
la autobiografía y la ficción, con buenas dosis de historia.
El argumento se centra en un clan familiar que habita un caserón de 35
habitaciones que se encuentra adosado a una mezquita, allí viven sirvientes ,
comerciantes , santones y el poder espiritual.
La casa tenía una
habitación llamada de los enfermos, otra era el cuarto de fumar, el de las
historias , el de las abuelas, la biblioteca,, etc.
Un día comenzaron a salir hormigas y temiendo que se
metieran en la casa, el abuelo leyó la sura de los hormigas y estas volvieron a
sus escondrijos, así se regía la vida en la casa y había una sura para casi todo.
En la casa todo giraba en torno a los fogones y los imanes,
las mujeres cocinaban y los imanes rezaban. Alsaberi llevaba un turbante negro
lo cual indicaba que era descendiente del profeta y era considerado una
personalidad en la ciudad, cuando llegaba a casa las abuelas lo atendían, le
quitaban el turbante y la túnica, él no hacía nada y las abuelas estaban ya un
poco hartas ,nunca hemos tenido un imán así se lamentaban, esto se pasa ya de
castañas oscuras.
El jefe del clan era Aga Yan que poseía la tienda de alfombras
mas antiguas del zoco de Seneyan, el
zoco era un laberinto con distintas puertas de entradas. Los vendedores de
alfombras habían desempeñado un papel crucial en su país Aga Yan tenía las
riendas de la mezquita y del zoco.
En aquellos años no había baños en las casas así que todo el
mundo tenía que ir a los baños públicos, pero el Imán detestaba ponerse desnudo
delante de otros hombres y mandó construir un baño en la casa, las encargadas
de bañar al Imán eran las abuelas que le frotaban la espalda y le echaban cubos
de agua fría, luego lo llevaban a la estufa y lo terminaban de vestir, el resto
de las personas no se podían acercar a él.
El muezin de la mezquita se había quedado ciego y también
viudo pero eso no le impedía mantener relaciones con mujeres de la montaña.
Estamos en 1969 el año que llegó el hombre a la luna y en
Irán no se hablaba de otra cosa pero el Imán de la mezquita nunca veía la
televisión y no estaba dispuesto a hablar en su sermón de ese tema.
En Seneyan había casamenteras y en aquella enorme casa había
ya niñas en edad de contraer matrimonio, los hombres llegaban y hacían los
encuentros con la familia en frías veladas donde se discutía el oro y las
alfombras que la mujer aportaría a la dote, si los vecinos veían la luz
encendida hasta ultimas horas de la noche sabían que estaban negociando una
boda. Las familias con hijas casaderas vivían con incertidumbre esperando que
alguien llamara a la puerta para negociar, pero las hijas de la casa de la
mezquita no podían contraer matrimonio con cualquiera, las chicas de la ciudad
podían aspirar a un panadero, un albañil, un carpintero y poco más, pero esos
no eran candidatos adecuados para las hijas de aquella casa. Un buen día se
presentó un joven Ayatola con turbante negro lo cual indicaba que descendía del
profeta, pero surgieron las dudas ¿ Viene a por nuestra hija o por la mezquita?
Porque aquella mezquita era fuente de dinero.
Las peticiones de mano se discutían en familia y la
interesada no solía estar al tanto de nada, el pretendiente en la mayoría de
los casos tampoco la conocía, cuando el padre le explicó a la hija que un Imán
había venido a pedir su mano le dijo que era muy apuesto, llevaba una túnica
marrón y unos zapatos brillantes..el enlace tuvo lugar y el Imán partió hacia
Qom con su ya esposa pero nadie sabía donde vivía, no quiso dejar dirección, en
las cartas que escribía a su madre se quejaba, no sabía como acercarse a él y
apenas hablaba, sus silencios eran
frecuentes.
Eran los años de Farah Diva, la emperatriz se había
propuesto sacar a las mujeres de la cocina pero llevaba una vida de lujo,
compras en París y retoques para su nariz persa.
En las aldeas iraníes se vivía en absoluta
pobreza, no había,médicos ni teléfonos
ni hospitales y la universidad
era un vivero de ideas izquierdistas, ya por entonces se oía el nombre de
Jomeini, vivía en Qom, el líder religioso odiaba todo lo que el Sha representaba así como la presencia americana, Reza Pahlevi lo mandó
a Irak.El Sha vivía ajeno a lo que se estaba gestando y hacía declaraciones a
la revista Time donde decía que estaba tranquilo que su país era un oasis de
paz.
No era normal que los imanes fumaran opio, pero el nuevo Imán de la mezquita era adicto,en
aquellos años se podía encontrar la droga en las farmacias, suministraban una
pequeña cantidad dos veces al mes, pero el nuevo Imán conseguía el opio en el
mercado negro. También era mujeriego. Su padre Aga Yan le había prohibido que
consumiera pero él se las agenció para viajar y frecuentaba lugares
clandestinos donde no solo se fumaba sino que había mujeres. La policía del Sha
le tendió una trampa y una noche irrumpió en un sótano donde había rollos de
opio y le fotografiaron con mujeres sin velo, le dijeron que tenia dos opciones
o trabajaba para ellos o sacaban la foto
en los periódicos y todo habría terminado para él. Lo que le pedían era “sencillo”
que viajara a Qom más a menudo y les
pasara información de lo que allí sucedía.
Cuando Jomeini llegó a Irán se puede decir que todo el país
se convirtió en un oratorio, en el zoco había quien dejaba un espacio en su
tienda para que la gente pudiera entrar a orar. Algunas mujeres de la casa de
la Mezquita comenzaron a llevar el velo islámico que en Irán se llama Shador, Jomeini fue un vendaval, el país
estaba al borde de la miseria y era un caos, excepto la clase dominante que
vivía bien, el resto sobre vivían como podían, querían salir de la miseria y
estaban dispuestos a lo que fuera por poder comer por lo menos. El Sha pedía paciencia
pero el pueblo llevaba 40 años aguantando miseria. Lo que el nuevo poder traía no era precisamente paz, juicios sumarísimos, la Sharia que era aplicada por imanes que actuaban como jueces, los odios y las venganzas estaban a la orden del día
Esta obra nos adentra en la vida del Irán en los años
previos a la revolución, la vida cotidiana dentro de una familia persa, ya es
la tercera obra que leo de un escritor iraní
y todas tienen un punto en común la vida en familia y cuando hablamos de
familia nos referimos a una veintena de personas a veces viviendo todos bajo el
mismo techo, costumbres, comidas y ritos , el mundo de las alfombras, el amor,y la comida copiosa, la olla está todo el día encendida, da la sensación que los iraníes tienen un corazón especial, la poesía forma
parte de la galantería, una bella obra que no me ha dejado indiferente y que recomiendo. Kader Abdolah nación en Arak ( Iran) en 1954, perteneció a un grupo de izquierdas que luchó contra el Sha y posteriormente contra el régimen Islámico, en 1988 huyó a Holanda y tiene nacionalidad holandesa es un escritor consagrado y muy conocido en su país de adopción.