Un almuerzo en Madrid es un libro que se publica en Francia sobre una historia poco conocida, aquí y allí.
En 1970 el General De Gaulle, que hacía un año había dejado el poder, decide hacer una visita turística a nuestro país; primero visitó Santiago de Compostela y luego Madrid. De Gaulle había solicitado a través de la embajada un encuentro con Franco.
Ambos militares, pero con pocas cosas en común, De Gaulle fue un enemigo declarado del fascismo y Franco un aliado.De aquel encuentro a petición del francés no se habló en Francia, si algo en España pero el asunto pasó un tanto desapercibido.
Hubo encuentro y almuerzo, y Franco pagó el hotel donde el matrimonio se hospedó en Santiago.El autor de esta obra, hace una recreación del encuentro y se pregunta, que llevó a De Gaulle a querer conocer a Franco, ¿sentía fascinación por él? o fue una simple curiosidad de conocer de cerca al hombre que ocupaba el poder desde hacia 35 años. Las personas que participaron en el almuerzo, la esposa de Franco,los Villaverde y el interprete se llevaron el secreto a la tumba, así que a ciencia cierta no se sabe de lo que hablaron, algunos han imaginado que se trató la situación internacional en aquellos momentos,, pero las distancias ideológicas podían ser tan grandes que cuesta trabajo de creer.
Parece ser que De Gaulle comentó: pero si es un anciano. Franco era cinco años más joven, pero la energía del francés y las prestancia no la tenía el gallego que efectivamente era un anciano.Franco envejeció mal.En ese tête a tête se ve a un De Gaulle pura energía con su metro noventa, frente a un Franco chiquitín y además con gafas, este detalle verdaderamente impresentable, no se saluda a nadie con gafas, pero menos a un jefe de estado, aquel día debía tener los ojos como bolos porque no se explica y no sabemos que pensó el francés.
Parece ser que De Gaulle comentó: pero si es un anciano. Franco era cinco años más joven, pero la energía del francés y las prestancia no la tenía el gallego que efectivamente era un anciano.Franco envejeció mal.En ese tête a tête se ve a un De Gaulle pura energía con su metro noventa, frente a un Franco chiquitín y además con gafas, este detalle verdaderamente impresentable, no se saluda a nadie con gafas, pero menos a un jefe de estado, aquel día debía tener los ojos como bolos porque no se explica y no sabemos que pensó el francés.