El título lo dice todo, un hombre enviuda y automáticamente
está disponible, en el caso de la mujer algo menos.- No todos los hombres son
igual de solicitados una vez que enviudan, pero parece que el protagonista del
libro debía tener algo especial, pues poco antes de que su esposa falleciera le
dijo un día: Van a salir hasta de debajo
de las piedras. Y en poco se equivocó, unos días después de la misa de funeral
recibió una llamada de alguien que ni siquiera conocía, para conocerse, era una
antigua amiga de su esposa, que previamente le había mandando una cazuela con
comida a casa. Cuando su esposa le hizo
el comentario él no lo entendió pero con forme iba sonando el teléfono lo tuvo
claro.
La segunda llamada fue un par de días más tarde, era alguien
con quien había coincidido en un grupo de lectura, lo llamó para darle el
pésame y de paso saber si necesitaba algo de compañía.
Edward nuestro protagonista creyó que no se casaría nunca, pues había conocido a muchas mujeres, pero se enamoró de una profesora (Laurel) que alguien
le presentó, fue en el año 74 y ambos tenían veintitantos años, después de unos
meses anunciaron su compromiso, el quería una boda sencilla pero ella prefería
el espectáculo completo. Edward pensó que ella confundía la suntuosidad de la
fiesta con el éxito del matrimonio, pero aquella boda nunca tuvo lugar porque
Laurel lo dejó plantado un día en la
sacristía.
Pero Edward al final
encontraría esposa, una mujer rubicunda de caderas anchas.
La vida de la pareja era excitante y satisfactoria, ella con
57 y él con 62, poco a poco sus amigos habían ido falleciendo, ellos a veces se
reían un poco de las desgracias ajenas, hasta que llego la fatídica noticia,
páncreas, cáncer y metástasis .
Apenas un año después de la muerte de Bee todo el mudo le
apremiaba a que concertara citas, incluido los hijos adoptivos ( hijos de su difunta esposa), así que puso un anuncio
en el periódico y recibió un aluvión de
cartas, en el colegio donde impartía clases había una forma de encontrar pareja que se había puesto de moda,
en la sala de profesores se concertaban citas rápidas como si la elección de
pareja fuera una especie de lotería que se decidiera en cuestión de minutos, el
problema era que Edward no se sentía
disponible todavía, aún así siguió teniendo citas , las que aparecían eran también viudas que le hablaban del marido y de lo duro que había sido su
perdida, la mayoría lo que busca es una compañía y un poco de placer sexual,
encontrar de nuevo el amor es otra historia, puede suceder pero es menos
frecuente.
En el libro se dan situaciones cómicas que creo no sucede en
España, una de las pretendientas de Edward le comenta: Tengo amigas que leen las esquelas mortuorias para ver que hombres se
han quedado viudos y adelantarse antes de que lo atrape otra, lo único que
piden es que tengan pene y pulso.
Los hombres generalmente suelen preferir mujeres mas jóvenes
mientras que al contrario, la edad puede a veces ser un plus, a las mujeres
jóvenes no suele habérseles caído el culo y las tetas ¡¡ Que crudo el
comentario ¡! Si lo es, pero en la realidad
suele ser.
Leyendo este libro estaba pensando porque también lo he
visto en un programa de Tv, si al poco de estar viudo se hace absolutamente
necesario encontrar pareja, y hay que montar citas sin ton ni son, como le sucede
al protagonista de este libro ¿No es mejor dejar hacer al azar? Si está en ley
aparecerá, sino por mas citas que tengas
ninguna será la ideal.
Nuestro protagonista termia sin encontrar pareja, entre tanta búsqueda había aparecido Laurel la novia que lo dejo plantado en la sacristía y después de retomar la relación lo vuelve a dejar.
A mi el libro me ha parecido un bodrio y si he llegado hasta el final ha sido un poco picada por conocer el desenlace, el autor da las gracias a un montón de gente, gracias a la cuales, se ha podido hacer el libro, lo cual no entiendo muy bien. Posiblemente quiso hacer un estudio sobre los viudos americanos.