El relato comienza con la llegada al aeropuerto Bengurión de
dos hermanos que van a la boda de una hermana que un buen día llegó a Jerusalem
y al poco había encontrado novio, bueno encontrado… le habían buscado un novio
ortodoxo, en las cartas que nos escribía su lenguaje ya no era el suyo, nos
enviaba fotos con la cabeza tapada porque en opinión de los ortodoxos la
belleza de la mujer radicaba en el cabello, nosotros oriundos de Guatemala
habíamos hecho un viaje largo para esta boda, ya cuando estuvo de visita en
nuestro país nos hizo algunas advertencias como que no podía tocar a ningún
hombre, incluso se trajo una vajilla de Israel, traía dos una para lácteos y
otra para carne y mientras voy rememorando todo esto allí estábamos mi hermano
y yo muertos de calor en el aeropuerto Bengurion esperando que la cinta
transportadora sacara los equipajes.
Su familia era originaria de Alejandría , Alepo ( Siria) y
Libano.
Al día siguiente y ya en Jerusalem deambulé por las calles
repletas de gente, cambié Dolares por Shekels, en aquellas calles había vendedores de higos, shawarma y falafel.
Ya en el Kotel o muro de los lamentos vi un papelito en el
suelo, lo recogí estaba escrito en hebreo,pero yo no reconocí mas que un par de
letras, decidí guardarme el papelito en el bolsillo.
El novio de mi hermana era de Brooklyn, sus padres estaban
divorciados y con su hermana no se hablaba desde hacía años y nos dijo que nadie de su
familia asistiría a la boda, ya en el restaurante con toda la familia reunida la
discusión tornó en si el pato era Kosher o no, la hermana dijo que aunque
supuestamente era kosher no comería, así que se limitaron a beber agua.
Al día siguiente quedamos en la calle Panin Meirot pues allí
estaba la yeshiva donde mi hermana estudiaba y quería mostrarnolas, paseamos
por Kiridiat Mattersdof un barrio Jeredi, una corriente muy ortodoxa, a la
entrada había como una valla metálica y pregunté a mi cuñado que aquello para
que servía, para los Shabbots ( Shabat) me respondió, para que no entren coches,
ya a la salida del barrio comenzaba a anochecer e intentamos coger un taxi y de
pronto oímos gritos iracundos, era un grupo de ultra ortodoxos que nos
increpaban por ello.
De pequeño recuerdo a
un rabino de origen argentino cuya única preocupación era el Boca Junior y
estaba en contra de los matrimonios mixtos pero dejó embarazada a una católica
de Guatemala.
Cuantas tradiciones se van desgranando a través de la
narración, como por ej la de rociar a los bebes con sal para protegerlos del
mal de ojos, la sal según narra el autor y yo también doy fé de ello se
considera protectora en muchos países España incluida, mi amiga Tamara a
la que había encontrado casualmente en
el aeropuerto de Tel Aviv era una entendida en muchas cuestiones, me
dijo todo lo que tenía que saber sobre la sal, para los judíos podía ser un
pacto , un convenio, una ruina, una bendición o una desgracia.
El autor también hace un repaso a Polonia pues su abuelo era
polaco y estuvo en un campo de exterminio. El nombre de Monasterio se debe a
que un niño judio se disfrazó en Polonia de niña polaca con trenzas y se
refugió en un monasterio y allí fue cuidado por 15 monjas, fueron los padres lo
que idearon el disfraz ,ellos no pudieron quedarse pero dejaron allí al niño.
El final del libro me ha parecido bastante insípido (*) es casi
una autobiografía.
Eduardo Halfón nació en Guatemala en 1971, ha escrito varias
obras como Clases de Hebreo, El Boxeador Polaco entre otras y ha sido traducido
a varios idiomas.
(*) Da la sensación que no sabe como terminar y hace un corte brusco que deja al lector en ascuas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario