Los grandes lectores,no los ocasionales vamos evolucionando con el tiempo, lo que en un momento de nuestras vidas nos encantó, pasados unos años puede dejarnos frío, yo leí el nombre de la Rosa después de haber visto la película, y leí el libro en dos ocasiones pasado un tiempo prudencial entre ambos. Lo mismo me sucedió con la obra de Isaac Beshevis Singer, algunos de sus libros fueron leídos dos veces, pero ya entonces me di cuenta que algo en mi había evolucionado, y necesitaba otras narrativas.
Hoy he visto un artículo sobre la novela histórica y dice quien lo escribe que el público en estos casos se decanta más por la historia que se cuenta que por quien la cuenta y puede ser cierto, yo os puedo decir que he pedido libros a Francia de autores desconocidos y descatalogados, simplemente porque el tema que trataban me podía interesar. Hay épocas históricas que se agotan por el interés que despiertan en ciertos lectores. Ahora, según Luis Alemany lo que interesa es la primera época del siglo XX.
Santiago Posteguillo dice que una obra de temática histórica tiene que ser entretenida, y yo estoy de acuerdo, en la obra de Posteguillo suele haber algo de cama, esto último ni lo tomo ni lo dejo, pero yo no leo una novela histórica en función del morbo que pueda despertar algún pasaje.
Otro tema de lo que se comenta en el artículo es la veracidad de lo que se narra, así dice Alemany que Marguerite Yourcenar se inventó toda la vida de Adriano, hoy esas Memorias de Adriano no tendrían el tirón que tuvieron.
Mi concepto de novela histórica es que debe tener por lo menos un 30% de verdad, inventar hechos y personajes no me interesa, aunque el público que lee el libro la mayor parte de las veces no sabe donde termina la realidad y comienza la ficción.
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