jueves, 6 de abril de 2023

La vida de Chejov. Irene Nèmirovsky.


                      Este blog está dedicado sobre todo a las biografías, aunque hay otros temas. Generalmente suelo ser generosa a la hora de hablar del personaje y no limitarme a los cuatro tópicos.
Nunca me había planteado saber sobre la vida de Chejov, pero al saber que Irene N, tenía una biografía sobre este autor, me decidí a leerla. De Nemirovsky ya había leído un par de cosas. No puedo decir que sea mi escritora favorita, ni una de ellas, pero tiene un estilo muy particular y es grato leerla. En todo caso esta biografía me ha gustado.

Irene falleció el 19 de Agosto de 1942 en Auschwitz, de una gripe, al parecer es lo que solían decir, otras veces era el tifus, tal para cual, pero la realidad solía ser otra. Irene nacida en 1903 en Kiev,( Ucrania) huyó en 1918 a Francia, y allí comenzaría a escribir en su nueva lengua. Ni que decir que fue una gran lectora, de lo contrario no habría  podido escribir con la soltura que lo hizo. Nació en una familia acomodada y nunca pasó dificultades, a diferencia de otros rusos.
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En aquellos años la tuberculosis hacía estragos, Chejov no fue el único escritor aquejado de ella. En 1904 se fue al baleario de la Selva Negra, Bandelweiler, donde iba todo aquel que podía costearse un tratamiento, tenía tan solo 44 años, y sus libros eran conocidos en toda Rusia y Europa. Yo de Chejov leí hace muchos años, siendo casi una cría, y viviendo en Marruecos, El jardín de las cerezas, no recuerdo si me gustó, ni tampoco que hacía aquel libro en casa.

Tanto Irene como Antón tuvieron una infancia dura que les marcó de por vida. Antón había nacido en 1840 en Taganrog. Irene no llegó a conocer a Chejov, pero nos describe a una familia devota, y con la casa llena de iconos en plena estepa rusa. Irene no solo se limita a contarnos cosas de Chejov, hace un repaso a los años duros de la pre-revolución. Antón era Antocha, y los niños entonces trabajaban. Eran seis hermanos que soñaban ya con Moscú, pues la vida en el lugar era dura.

Nemirevsky nos describe a un Chejov guapo, rubio, dulce, alto. El aspecto de todos los hermanos era saludable y podían mirar con desdén a los niños macilentos que se veían obligados a descargar en los muelles, ellos estaban todos sanos. La higiene si nos atenemos a lo que cuenta Irene, brillaba por su ausencia, pues del cuerpo se encargaba Dios. Allí al que enfermaba se le cubrían las llagas con telarañas. Su abuelo había nacido siervo pero consiguió la libertad, pagando por cada uno de sus hijos, al hombre no le llegó el dinero para pagar por la única hija que tenía, pero el señor fue magnánime y la incluyó en el lote.

En aquellos años, el que tenía poder trataba mal a quien no lo tenía, y este a quien estaba por debajo, era una cadena de maltratos. Antón estaba orgulloso de que su padre bebiera y no llegara a emborracharse, pero si la sopa estaba algo salada todos temblaban, la madre la primera, con los niños era violento, los amaba en tanto que seres frágiles pero ahí terminaba todo su amor. Como todos los déspotas, Pavel no tenía amigos, solo lacayos. La vida en aquellos años era violenta y penosa, su padre tenía un látigo y solía emplearlo con frecuencia.

La madre se ocupaba de todo lo concerniente a la casa, entre otras cosas tenía que vestir a todos los hijos, y a veces no sabía de donde sacar un trozo de tela para alargar un chaleco, la ropa no era para un solo año. Pero no pasaban hambre, había comida suficiente.

Sus padres lo mandaron a estudiar a una escuela griega, porque decían, allí nacían los hombres sabios, los profesores de la escuela eran brutales e ignorantes, después vendría el gimnasium lo que aquí llamamos un instituto. La primera vez que vio un escenario fue a los trece años, ya por entonces tenía una vena cómica, le gustaba disfrazarse e interpretar papeles. Los hermanos Chejov fundaron un periódico, El Tartamudo. Un dato curioso, a Antón le atraían los cementerios y solía visitarlos, cuando visitaba una ciudad siempre visitaba el campo santo. Y poco a poco Irene nos va desgranando la personalidad del autor.

Todos los hermanos tenían talento,unos sabian dibujar, otros escribir, Antón no fue el único con cualidades. A finales del decenio de los 70 se instalan en Moscú, Antón quiere ser médico. Por un golpe del destino conoció a un escritor de nombre Leikin, poco conocido por estos lares, pero si en el Moscú de aquellos años, y se comprometió a enviarle unos cinco relatos divertidos, también hacía de reportero, cualquier noticia interesaba.

Su primer libro de relatos aparece en 1886, hubo un circulo literario que se interesó en él. Los círculos literarios tal y como cuenta Nemirovski están llenos de mediocridades que se creen genios. Los relatos los escribía en un día, y algunos mientras estaba en el baño. Fue muy crítico con sus primeros trabajos y los firmó con pseudónimo. Era hombre modesto y el ejercicio de la medicina le llevaba tiempo. Ya por aquel entonces vivía medianamente bien, para lo que era la rusia de aquellos años, su profesión de médico y lo que le pagaban en la revista por los relatos le permitían vivir con desahogo, tenía dos criadas y podía dar veladas musicales. Chejov comenzó a ser consciente de su talento.

El éxito le llega a los 26 años, en aquella época era la edad madura de un hombre, porque muchos no llegaban a los 50, fue además su caso. En Rusia se vivía de epidemia en epidemia, y no había medicamentos para ellas.Dice Nemirovski que en Rusia a los 40 eras un viejo,y algo de verdad hay en ello, hablamos de la Rusia de Chejov.Los que le trataron lo describen como un hombre frío, su obra a diferencia de la Tolstoi no enseña nada.Era atento sin afecto.

Hay una frase que me ha llamado la atención.¿Estaba poco capacitado para amar, porque era demasiado inteligente y lúcido? Es la pregunta que se hace Nemirovski y que nunca antes había oído.En Rusia hay una hospitalidad o la hubo en tiempos pasados desconocida en occidente, las casas suelen estar abiertas para los amigos, y no de forma protocolaria, comida, y largas horas de charla, y la casa de la familia Chejov se puso de moda en aquellos años de finales del XIX.

A veces los relatos del autor, son esbozos de su vida, la que tuvo en la estepa cuando se iba solo de un lugar a otro, y se dormía sobre la hierba.

Sus primeras obras eran divertidas, era lo que el público/pueblo, buscaba, pero a partir de 1888 su tono cambiaría. El éxito teatral resulta embriagador y a Chejov comienza a gustarle el mundo de la farándula y las noches moscovitas. Los veranos eran bucólicos, los pasaba en Ucrania en alguna casita alquilada y por allí llegaban campesinos con sus violines que tocaban a la orilla del río, un mundo que ahora se nos hace imposible. 

Su forma de ver la vida era algo inocente, era tímido y pudoroso, y en su relación con las mujeres era igual. Los hermanos casi todos estaban enfermos de tuberculosis, tantos inviernos en las estepas pasando frio, sobre todo Alexander, algo mujeriego y que mantenía una relación con una prostituta, le estaban pasando factura. Chejov que era médico veía en su hermano los mismos síntomas que él había tenido.

En el pueblo todas las mujeres sabían echar las cartas y una de ellas, le dijo: te espera una cruz, un sufrimiento...Cuando llegó al pueblo, lo esperaban para el entierro de su hermano...

Y no puedo extenderme más porque tampoco esta es una biografía al uso. El 17 de Enero de 1904, Antóncha como le llamaban sus amigos se sentía mal, respiraba con dificultad, su mujer le acompañaba y llamaron a un médico que le inyectó aceite alcanforado y también llevaron champan, fueron sus últimos momentos. Tenía 46 años.



Aquí tenemos a un hombre apuesto y no exento de encanto.


Esta es una biografía a caballo entre la realidad y la ficción, pues hay cosas que Irene no puede saber, las imagina y son gratas de leer.

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